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Nací en Sofía, capital de Bulgaria, hace ya más de 80 años. Llegué pequeño a Venezuela y usurpé la nacionalidad de acá, lo cual me ha valido mucho. He sido guerrilero, profesor universitario, diputado, ministro, candidato a presidente, editor de periódicos y hasta mujeriego, padre y abuelito...

lunes, 25 de julio de 2011

Teodoro Petkoff, las fugaces fugas de un mitómano cobarde

Esta fotografía fue tomada en el centro de Caracas.
Petkoff era parlamentario. Se desconoce como
se hizo la herida en la naríz. Pewro fue la única herida
en toda su "peligrosa"  carrera política
Petkoff se convirtió en el Anticristo del PCV; la rebelión, en el valor definitorio; la disidencia, en un derecho; y la ruptura, en certidumbre.

Venía precedido de la fama de un preso con increíbles fugas. Sus más fervientes admiradores han puesto a circular nuevamente, esta vez por Internet, un texto que habría escrito Gabriel García Márquez, encargado por Pompeyo Márquez, pariente lejano del Gabo, durante los años en que Santos Yorme y Petkoff se reivindicaban con la “democracia” y aspiraban al poder por la vía del bozal de arepa.

Sobre las dos fantásticas fugas, supuestamente realizadas por Teodoro en un lapso de tres años, existe mucha confusión y ficción. Es justicia precisar que sobre el tema el propio Petkoff nunca ha escrito ni precisado las contradicciones y distintas versiones que aprovechó para perfilarse como una leyenda viviente.

Según el cuento del Gabo, Petkoff se escapó del Hospital Militar al bajar siete pisos a rapel agarrado de un mecate. Otra versión interesada afirma que no era una cuerda sino metros y metros de sabanas atadas por fuertes nudos.

Sin embargo, en 1996, durante una entrevista concedida por Teodoro al reportero de un semanario francés, con motivo de su designación como ministro de Caldera, el otrora guerrillero aseguró haberse escapado del “Ministerio de la Defensa bajando siete pisos por una soga”.

Un ex dirigente masista, amigo de juventud de Petkoff, nos confesó que en realidad el hombre se escapó por la puerta del Hospital Militar: “Teodoro no fue ni la sombra de lo que se ha dicho que era. Por el contrario, su delgadez y su deficiencia visual le daban la apariencia de un nerd. No le metía miedo a nadie, lo cual implicó muy poca vigilancia por parte de los custodios en el hospital. Él lo aprovechó muy bien. Se calzó una bata blanca que le llevó su segunda esposa, y ya tarde en la noche salió por la puerta. Como Pedro por su casa, fingió ser un camillero”.

Insistimos en la versión de la soga. Y la fuente nos recalcó:

“No, vale. Teo vendió la idea que con esos culos de botella, siempre los ha usado, podía desenvolverse como una lechuza en la noche. Algo así como los tipos de las películas, se caen a coñazos y nunca se despeinan o se les cae el sobrero. Imagínatelo guindado de una soga desde un piso 7, a media noche. ¡Coño!, hay que ser bien ingenuo para atribuirle esas habilidades. En lo que sí es hábil es en hablar paja”.

Pompeyo Márquez se hacía tomar fotografías
en el Jardín Botanico de la UCV y decía estar en
el cerro El Bachiller con las guerrillas
No obstante, la fuga más célebre fue la del Cuartel San Carlos. Teodoro ha capitalizado esa hazaña como original y propia. Ha repetido hasta la saciedad haber escapado a través de un túnel que él mismo cavó. Y al llegar a la calle se confundió con la muchedumbre que festejaba el Carnaval.

En realidad, cuando en 1967 llegó a la vieja y deteriorada fortaleza militar, edificada entre 1784 y 1792, ya el plan de fuga estaba adelantado. Un túnel que el Partido Comunista había empezado a construir desde hacía casi 20 meses, llegaba por esos días a su término feliz.

Con el pasar de los años y con el uso como cárcel, la mayoría de las estructuras fueron reforzadas para evitar escapes, como aquel en que participaron Teodoro Petkoff, Pompeyo Márquez y Guillermo García Ponce.

En el piso de la diminuta habitación número 7 hasta hace unos años se conservaba aún la capa de cemento con letras ininteligibles que cubría el agujero de unos 60 centímetros de diámetro, boca del túnel que llevó a Petkoff, Márquez y García Ponce a la libertad.

Seguramente, los kilos demás con que ahora cuentan estos protagonistas no les permitirían su entrada por ese ni otro agujero de esas dimensiones.

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