Por orden de los Caldera, Petkoff pretendía el apoyo del MAS para la bella y torpe Irene Sáez |
Un ejemplo objetivo lo encontramos en los resultados de las encuestas de la Compañía Venezolana de Investigación (CVI), durante abril de 1998. Las preferencias registraban la pugna entre Hugo Chávez Frías (34,2%) e Irene Sáez (30,2%). Luego, Henrique Salas Romer (19,2%), seguido por Claudio Fermín (12,9%). Y he aquí el dato más sobresaliente: entre los candidatos incorporados en el análisis del CVI, figuran: Antonio Ledezma, con 1,6%; Eduardo Fernández, 1,0%; Alfaro Ucero, 0,6%; Andrés Velásquez, 0,6%; Gonzalo Pérez Hernández, 0,4%; Humberto Calderón Berti, 0,2%; Pablo Medina, 0,2%; Héctor Alonso López, Humberto Celli, Lewis Pérez y Teodoro Petkoff, 0,0%; y otros candidatos no identificados, 0,2%.
La lectura que hacia Teodoro de la realidad lo llevó a concluir que ya no existían el Muro de Berlín, la Unión Soviética, la epopeya vietnamita, el maoísmo o el fidelismo reverenciados, la omnipotencia del Estado, el sistema bipolar, el pacto de Varsovia, el marcusianismo o el eurocomunismo. Y la moda, de aterrizaje un tanto tardío en el país, comenzaba a ser el neoliberalismo con toda su pesca de arrastre, desde la globalización hasta la modernización. Y, por supuesto, el pragmatismo y, en el caso de los partidos aferrados al viejo esquema, la quiebra del centralismo democrático o la conversión de la “lucha de tendencias” en vulgares riñas de grupos y logias. Lo único concreto: mantenerse en el poder.
Jugó todas sus cartas. Los Caldera le dieron la misión de llevar al MAS hacia los predios de Irene. Sin embargo, sus compañeros de militancia mucho habían aprendido de él; y gracias a sus enseñanzas, el Frankestein anaranjado, que en una época proclamaba, ante el histórico PCV, ser más y mejor que AD y Copei, se desmoronaba en combates internos de expulsiones, renuncias, extorsiones, corrupción y odios.
Ese “movimiento” a finales de 1997 mostraba seis rostros. Una especie de dado gansteril que por cualquiera de los lados podría caer: Puchi como líder de Horizonte 2000; Mujica, a la cabeza de Apertura; De Paola, custodiado por Gustavo Márquez y con apoyo de Petkoff; visión democrática y su jefe Esquerre con 4,9%; Tablante y su Fuerza de Aragua y, por último, el Grupo de No Alineados, en el cual destacaban varios líderes regionales, con lo cual la unidad de los “descentralizadores” se revelaba tan quebradiza como antes lo había sido la cúpula centralista.
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