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Nací en Sofía, capital de Bulgaria, hace ya más de 80 años. Llegué pequeño a Venezuela y usurpé la nacionalidad de acá, lo cual me ha valido mucho. He sido guerrilero, profesor universitario, diputado, ministro, candidato a presidente, editor de periódicos y hasta mujeriego, padre y abuelito...

jueves, 21 de julio de 2011

Teodoro Petkoff, de cucaracha a chiripa

La historia tiene la deuda de aclarar
quien pacíficó al país: Raúl Leoni, desapareciendo
y torturando guerrilleros; o Rafael Caldera
llamándolos a compartir el poder 
La lucha armada de manera oficial duró alrededor de seis años, aunque algunos focos lograron mantenerse hasta mediado de la década de los 70. Con el arribo de Rafael Caldera al poder en diciembre 1968, llegó la cacareada política de pacificación.

Muchos combatientes se integraron a la vida puntofijista. Sin embargo, en una entrevista concedida al Diario de Caracas en 1993, el propio Petkoff desmitificó la acción "pacificadora" de Caldera.

Argumentó que ésta no hubiese sido posible si dos años antes -en abril de 1967- el Partido Comunista no hubiese resuelto renunciar a la lucha armada.

El fundador del MAS endulzó su prepotencia y agregó: “Caldera demostró ser un hombre audaz, decidido y consciente del papel que debe cumplir el Presidente de la República". Sus elogios no estuvieron fuera de contexto: la candidatura de Caldera fue para Petkoff, en las circunstancias de 1993, sencillamente imperativa. La distancia entre ambos personajes había empezado a acortarse.

En febrero 1992, Rafael Caldera supo capitalizar la asonada militar liderada en lo mediático por Hugo Chávez Frías. El discurso del ex presidente reivindicó al pueblo y a los militares golpistas ante la opinión pública nacional e internacional.

El MAS se acogió a esa sombra. En la campaña electoral de 1993, surgió Convergencia con Caldera, el nuevo movimiento conformado por Los Caldera, desterrados de Copei. Ni cortos ni perezosos, Teodoro y Pompeyo olfatearon una opción cierta de poder, de hacer fluir dinero de nuevo a sus arcas y sumaron la maquinaria del MAS a la candidatura del caudillo.

Teodoro Petkoff dejó de ser  la cucaracha
con aspiraciones presidenciales
y se convirtió en el ministro chiripa
El bloque calderista aglutinado en Convergencia adoptó el sustantivo “el chiripero”, como apodo electoral. ¿Ironía o premeditación? Petkoff, la cucaracha de 1984, sufrió una nueva metamorfosis, pero ahora le tocó convertirse en asquerosa chiripa. Fue tenaz, más bien fanático, en su apoyo a Caldera, cuando no se tenía claro el horizonte y Eduardo Fernández parecía una fija para Miraflores.

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