Alí Primera fue un convencido de la revolución y de la canción necesaria |
“Hacen falta muchos golpes para matar al chiripero y con uno solamente se mata la cucaracha, apréndete la guaracha y lucha por la unidad, que toda la gente va con la esperanza en la mano, buscando darle a la Patria caminos de dignidad, buscando darle a la Patria caminos de dignidad”
La cucaracha era y sigue siendo Petkoff. Propició al MAS de los desvelos de José Ignacio Cabrujas y del motolito Ibsén Martínez (esa suerte de copia desteñida respecto al gran Maestro), para utilizarlo como trampolín. Los resultados son conocidos. En los momentos formativos y de ruptura, Teodoro había afirmado que bastaban 10 años para "meterle en la cabeza" al pueblo la idea socialista. Y 10 años más para conquistar el poder. Todos sabemos que ni en 1984 el pueblo tenía interés en el socialismo que predicaba boca e´poceta (como lo apodaban en el Congreso), ni en 1991 el MAS convencía como alternativa de poder.
La cucaracha quedó patas arriba. Eso sí, logró proyectarse como el tercer partido del status quo, aunque en lejanísimo tercer lugar respecto a los primeros dos (AD y Copei), que desde entonces y hasta 1988 polarizaron al país: Jaime Lusinchi ganó con 3.755.501 (56,75%) frente a Rafael Caldera, quien obtuvo 2.286.272 (34,55%). El consuelo de Petkoff fue haber conseguido 276.126 electores (4,17%), es decir, 55.328 votos más que José Vicente Rangel, que obtuvo 220.798 (3,34%). Petkoff había logrado su objetivo, divide y vencerás, sembró cizaña en el MAS contra José Vicente para manejar mejor la lavadora y dividió a la izquierda para que el bipartidismo se consolidara y a cambio le dieran su compensación monetaria.
Sin embargo, Alí Primera caracterizado por una gran sensibilidad social y convencimiento ideológico, que no le desmerecían para nada un particular talento político, en relación con las canciones de aquel larga duración escribió:
Entre la rabia y la ternura respondió Alí Primera a Petkoff |
“Les puedo jurar que nunca he escrito ninguna canción adrede. Que jamás he cantado una canción como encargo visceral de mi posición ideológica. Algunas veces mi canción anda dando brincos en el pedregoso camino del panfleto, otras, tiene el humilde vuelo de una sencilla poesía, sin más pretensión que la de comunicar mi solidaridad con el ser humano. A veces sucumbo ante la rabia con la misma fuerza que lo hago ante la ternura, pero siempre como una respuesta espiritual y como una reacción endocrina ante la realidad. Rabia y Ternura estimulan mis ganas de combatir y en el tío-vivo de la vida, siempre me han gustado el caballito azul del amor y el blanco de la libertad. Por ellos, siempre cabalgaré en el caballo rojo del combate”.
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