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Nací en Sofía, capital de Bulgaria, hace ya más de 80 años. Llegué pequeño a Venezuela y usurpé la nacionalidad de acá, lo cual me ha valido mucho. He sido guerrilero, profesor universitario, diputado, ministro, candidato a presidente, editor de periódicos y hasta mujeriego, padre y abuelito...

viernes, 1 de julio de 2011

Petkoff califica de blandengue a la familia Capriles

El 21 de diciembre de 1999, después de lo que calificó como “ocho meses verdaderamente excitantes”, Teodoro se despidió de la dirección del diario El Mundo. Fue un embarazo sin parto. Quedó preñado de las ilusiones que engendra el poder de la tinta.

Petkoff argumentó que en vista de las tremendas presiones ejercidas por el Gobierno sobre la familia Capriles-López, y debido a que las razones de tal presión tenían que ver con su condición de director del vespertino, de común acuerdo, se había decidido su separación del cargo.

Quién fuera a decirlo, el ministro de Cordiplan del segundo mandato de Caldera, aquel que conminó a los anunciantes a ejercer todo el poder de su dinero contra la voluntad de los medios de comunicación, aquel que trató de manipular al gremio periodístico para enfrentar a los “patrones de la libertad de expresión”, ahora se bajaba los pantaloncitos ante las presiones del gobierno apoyado por el MAS de sus entrañas. En esta ocasión la fórmula se revirtió, el victimario se convirtió en víctima.

Petkoff relató: “(...) el Gobierno estaba extorsionando a la familia  Capriles López para forzar un cambio de orientación en El Mundo, con el pretexto de resguardar lo correspondiente al fisco en el problema patrimonial que los envolvía”. Teddy, irónicamente, recordó: “(...) la libertad de expresión obliga a rechazar la “pretensión de los gobiernos de reducir o eliminar las voces críticas”, pero aseguró que no ventilaría el asunto internacionalmente. Por su puesto, porque en sus años de ministro atacó vehementemente a la SIP y a AYRE y esos organismos nunca olvidan.

El caradurismo de Petkoff
pasará a la historia por
su dimensión mediática 
El caradurismo y descaro de Petkoff lo llevó incluso a declarar sus “temores” ante la posibilidad de que la libertad de expresión no saliera bien parada de ese episodio, es decir, su salida de El Mundo. Sin cortapisa acusó al gobierno de inescrupuloso y trajo a colación los años cuando Lusinchi presionaba a los periódicos con Recadi. Se habrá visto pajarraco con soberano rabo de paja acercándose a la candela. Fingió amnesia con relación a cómo las presiones de los Caldera a través de la OTAC jodieron y silenciaron a más de uno.

Teddy de un soplo pretendió borrar la interpelación que el 2 de abril de 1997 le hizo la Comisión de Medios de la Cámara de Diputados para aclarar su posición sobre la libertad de expresión. Allí reiteró: “La sociedad tiene derecho a protegerse y cuidarse de los medios (...) ¿Por qué, quién controla la línea informativa de los medios? Cuando el Estado actúa, o cuando un gobernante habla, todos lo controlan. Pero cuando un canal veta o desveta, o cuando un periódico veta o desveta, ¿quién controla eso?”. Cuestionó el exceso de la violencia en la programación y a los representantes de Venezuela ante la SIP:

“La sociedad tiene derecho de decirle a la televisión: yo no quiero seguir viendo esa basura, porque son mis niños, quienes lo están mirando”.

Cabe preguntarse, ¿quién ha controlado a Petkoff y sus campañas
antigobierno, no sólo durante los ocho meses que dirigió El Mundo, junto a su mancebo Juan Carlos Zapata, sino después al frente de Tal Cual.

Pocos ejemplos existen en la historia del mal llamado periodismo independiente, sobre la utilización de un medio para atacar a un gobierno que apenas se iniciaba llevando a cuestas el mayor desastre económico vivido por una nación petrolera sin guerras. Situación sólo comparable con las consecuencias del sabotaje petrolero de 2002.
Lo macabro de la gran desgracia nacional de finales del siglo XX radicó en la corrupta e irresponsable entrega de la soberanía a las trasnacionales y a los multilaterales. Privatizaciones, acuerdos con el FMI, créditos injustificados del BM, la ruin apertura petrolera, corrupción, la escalofriante emisión de bonos.

Desde Cordiplan, Teodoro Petkoff
se convirtió en el ministro más bocaza
en la historia de Venezuela
Quién no recuerda las innumerables veces que Teddy con su tono sabelotodo afirmaba: “Las empresas del Estado hasta regaladas son caras”. Esto antes de vender Sidor por cuatro lochas al peor postor. El vespertino, pues, se convirtió en cuartel general de su estrategia personal para terminar de acabar con Venezuela. Mientras peor pintara el panorama, menos mala sería juzgada su gestión y la administración de su jefe Caldera.

No había calentado aún el asiento en la dirección del periódico por tradición anticomunista de la Cadena Global, cuando con un gran titular de apertura el chismoso Zapata mandaba a rotativa: “¿Qué vaina es esa? Aumento salarial de 60% para los militares. Servidores públicos y privados apenas alcanzarán 20%”. De inmediato, Chávez negó de manera determinante la veracidad de la información y la calificó de "una inmensa mentira, una mentira del tamaño del sol. Claro, aquí hay toda una intención, una dañina intención", subrayó el gobernante, mientras mostraba el periódico y leía titular y sumario de primera página.

Raúl Salazar mandó a moderar
a Petkoff, ¿sería un paro?
Igualmente, el ministro de la Defensa de entonces, Raúl Salazar (hoy visceral enemigo del gobierno que lo enriqueció), desmintió categóricamente los aumentos y exhortó a Petkoff a mejorar su vocabulario. Mediante una misiva le solicitó rectificar. Sin embargo, el ex ministro de Cordiplan insistió en la veracidad de la información, la cual fue desmentida por los hechos.

El Mundo se llenó de titulares sin fundamento 90 por ciento de las veces. Las informaciones altamente sensacionalistas e incluso amarillistas, como el referido al reloj de Chávez. En esa oportunidad, el dúo dinámico, porque ellos se creían los Batman y Robin del periodismo, montaron un notición de un chisme escrito por Marianella Salazar. Lanzaron la tesis de que el Presidente engañaba al pueblo con su Cartier. Lo presentaron como una verdadera traición a las ideas y a la propuesta política.

Estos osados del llamado neopalangrismo periodístico hicieron gala de gran torpeza. Nombraron la soga en casa del ahorcado, porque si alguien ha traicionado pueblo, ideas, creyentes, mujeres y maricones en Venezuela se llama Teodoro Petkoff, quien una cosa ha predicado desde la tropa; y otra desde el comando.

Miguel "Paquetico" Rodríguez fue
un niño de pecho en
comparación con Petkoff
O es un invento como el ex ministro de Cordiplan pulverizaba el "paquete de Miguelito" desde su columna de El Universal, y que luego terminó dirigiendo los acuerdos con el FMI desde el ejecutivo. El salvador del régimen, como le decían, no protestaba "qué vaina es esa" cuando el presidente Caldera lo encomendaba a las más inverosímiles tareas. Así son las cosas, diría el experimentado Oscar Yanes (lo de veterano queda para Zapata).

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