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Nací en Sofía, capital de Bulgaria, hace ya más de 80 años. Llegué pequeño a Venezuela y usurpé la nacionalidad de acá, lo cual me ha valido mucho. He sido guerrilero, profesor universitario, diputado, ministro, candidato a presidente, editor de periódicos y hasta mujeriego, padre y abuelito...

viernes, 1 de julio de 2011

Petkoff aspiró a quedarse en Cordiplan con Chávez

“Un reaccionario
es un sonámbulo que retrocede”
Franklin Delano Roossevelt



La tercera edad fue la más golpeada
 por las medidas económicas
de Teodoro Petkoff al frente
de Cordiplan

Tres años en el gobierno fue suficiente, más que un tango, en la obra, vida y milagro del más egregio de los conversos: Teodoro Petkoff , el mercader de la insurrección, el enemigo ambulante del leninismo, el fugado disfrazado de camillero, la estrella del gran escape con escapulario ajeno, el de “¡vamos a echar un vaina!”.

Tres años cuesta abajo en popularidad, en credibilidad; cansado ya de replicar, de traficar con el poder, de aprovecharse del erario público; un hombre llamado Petkoff optó por disfrutar los dólares de su mejor actuación, ministro del Opus Dei, comerciante del fascismo. ¡Quién tuviera su estado de cuenta!
Una encuesta realizada a mayores de 18 años, inscritos en el Registro
Electoral Permanente, en entradas del Metro, centros comerciales, plazas y parques, reveló que 63,87% de los consultados consideraba al ministro de Cordiplan incapaz y fracasado ante la inflación y la pobreza. La encuesta Metrónomo fue efectuada entre el 7 y 23 de julio de 1998, último semestre de “teopoderoso” en el gobierno.

Y ni hablar de los “viejitos”, como los llamaba Teddy cada vez que marchaban o trancaban una avenida. Esos beneméritos venezolanos que nunca han entendido porque “el señor Petkoff negó la homologación de sus pensiones, mientras el gobierno tuvo reales para regalar graciosamente a unos banqueros ladrones, malbaratar millones para agasajar mandatarios continentales y a Mr. Clinton; tuvo para que unos parlamentarios pasearan por Egipto; hubo dinero para enchufar a los activistas del MAS y para pagar, sin atrasos, las pensiones y jubilaciones millonarias a ex altos funcionarios públicos”. Entonces, ¿cómo fue posible que no había dinero para completar la homologación de las míseras pensiones de los ``viejitos'' del Seguro Social?

Petkoff se convirtió en un cliente permanente
 de los presidentes de la llamada IV República.
Luis Herrera Campins no escapó
de las adulaciones y peticiones de Teodoro
En la mejor tradición de Jaime Lusinchi, quien según Luis Herrera Campíns pío muy tarde, a finales de octubre de 1998, a menos de 30 días de las elecciones presidenciales, el ministro de Cordiplan declaró necesario un proceso de reforma de los organismos multilaterales, principalmente del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, controlados por los siete países industrializados.

Se preparaba Teddy para abandonar la jefatura económica del país y divorciarse ante la opinión pública de sus guías espirituales. "Llegó la hora de democratizar al FMI, porque actualmente es una comarca dominada por los poderosos", dijo Petkoff y cuestionó: “Mientras en Washington altos  representantes del mundo deliberaban cómo evitar la salida de capitales y la amenaza de una profunda recesión económica, el Congreso de Estados Unidos discutía la vida sexual del presidente Bill Clinton”.

Pobrecito. Teddy fue vilmente manipulado por los poderosos. El FMI lo engañó. Pero despertó. Incluso, alzó su voz en defensa de los pueblos y abogó por la mamada de Mónica en el Salón Oval. “Lastima que ya se va del gobierno, ahora que se dio cuenta del mal que lo obligaron a hacernos”, pensó él que dirían en la calle. Nuevamente, el sabio de las oportunidades buscaba la manera de salir por la puerta grande, si no en hombros, al menos no a empujones.


"Si Maritza Izaguirre se queda
con Chávez, yo también
puedo", pensó Petkoff
Mientras metía en grandes cajas los costosos regalos, los puntos de cuenta, las carpetas, los libros, las revistas, las botellas, los adornitos de Nueva Era y otras mariquerías que acumuló y se salvaron de la inundación del despacho en Parque Central, Petkoff acarició la idea de poder quedarse en Cordiplan. Ya era un secreto a vox populi que Chávez conservaría en el Ministerio de Hacienda a Maritza Izaguirre.

El tránsfuga se ocupó de hacer correr una bola entre algunos periodistas de sus afectos. Llamó a Francisco Bautista (alías Kico) y a Juan Carlos Zapata (alias Zapatina) para contarles, eso sí off the récord, sobre una reunión secreta con José Vicente Rangel, Luis Miquilena y Hugo Chávez. “Me pidieron que me quedara. Bueno, los voy ayudar con la comisión de enlace. Yo apuesto al éxito de Chávez porque ese es el éxito de Venezuela”.


Kico Bautista apuntaló la matriz
de opinión sobre el interés
de Chávez por conservar
a Petkoff en el gabinete

La versión prendió. La pregunta sobre su permanencia en Cordiplan se hizo obligatoria. Apenas Teddy asomaba los bigotes, hasta el reportero más distraído abordaba el tema. Pero la realidad era otra, Chávez había condicionado el apoyo del MAS a cambio de las cabezas de Pompeyo y Teodoro, compromiso que Puchi y Mujica cumplieron. Conspiraron en las en las bases del partido hasta derrotar al teodorismo. Entendieron que el sólo respaldo a la candidatura del comandante, haría correr al binomio de oro. Hacia ese objetivo enfilaron las baterías. Los nuevos herederos del MAS además querían evitar que Teo les disputara algún cambur.

Con la llegada de Chávez a Miraflores, Petkoff quedaba huérfano de poder. Salvo el poder del dinero, políticamente había perdido al MAS; las posibilidades de reinar en Convergencia eran nulas, con la soberbia de Los Caldera bastaba y sobraba; en AD no tenía nada que buscar a pesar de sus coqueteos con el ya menguado alfarismo y, como si fuera poco, muchos de sus viejos enemigos y nuevos detractores emprenderían la cacería, algunos con facturas legítimas, otros por pura ociosidad.

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