“Hacen falta muchos golpes
para matar al chiripero, y con uno
solamente se mata la cucaracha...”
Alí Primera
Teodoro ha representado durante toda su vida una suerte de Gregorio Samsa, aquel voluntarioso agente de seguros que despierta convertido en un enorme insecto. Un símil literario tomado del estilo lúcido e irónico de Franz Kafka, escritor judío checo, quien mezcló en su relato “La Metamorfosis” la fantasía y la realidad con naturalidad. Petkoff es un asqueroso insecto, como tal ha logrado sobrevivir valiéndose de los peores recovecos de la miseria humana. “Divide y vencerás”, sabio adagio popular y acertada praxis de la chiripa convergente con complejo de cucaracha.
Repasemos la historia:
En 1960 la separación del grupo marxista-leninista de Acción Democrática, dirigido por Domingo Alberto Rangel, había creado el Movimiento de Izquierda Revolucionaria. A partir de allí los miembros del PCV y del MIR se plantearon emular la revolución cubana de 1959.
Inspirados y financiados por Cuba la izquierda venezolana se fue al monte |
En marzo de 1961, durante el III Congreso del Partido Comunista de Venezuela se aprobó la política de guerra armada revolucionaria. Esto a dos meses de haberse formulado en el artículo 132 de la extinta Constitución, otrora moribunda, la doctrina de lo que supuestamente deberían ser “Las Fuerzas Armadas de un Estado democrático”.
Pensaron que lo de Cuba era repetible en Venezuela. Para ello, contaron con el apoyo material y político ofrecido y pactado con Fidel Castro y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Para lograr sus propósitos, agentes de ambos partidos realizaron una activa labor de penetración y persuasión de las Fuerzas Armadas y lograron ganar para la causa a varios oficiales con su manera de pensar.
La lucha armada en Venezuela se inició exactamente el 4 de mayo de 1961 en Carúpano, cuando un batallón de Infantería de Marina fue llevado a sublevarse por su comandante, el capitán de navío JT Molina Villegas, con la abierta y activa participación de los diputados Eloy Torres, del PCV, y Simón Sáez Mérida, del MIR. Esa primera rebelión comunista fracasó.
Esta gráfica de los sucesos de Puerto Cabello recorrió el mundo |
El segundo intento estalló un mes después en Puerto Cabello, cuando otro batallón de la Infantería de Marina, al mando del capitán de navío Manuel Ponte Rodríguez, se alzó con la activa y directa colaboración de -entre otros- Raúl Lugo Rojas, dirigente del MIR, y Teodoro Petkoff, del PCV. Ese alzamiento, tampoco desestabilizó al gobierno de Betancourt ni socavó la moral del Ejército, pero sí le costó la vida a más de 400 venezolanos.
Sin pasar por alto la cobarde emboscada al tren turístico de El Encanto, el 28 de septiembre de 1963, en la que resultaron masacrados cinco guardias nacionales y gravemente heridos dos niños y ocho mujeres, actividad en la cual Petkoff tuvo una importante cuota de responsabilidad.
Tras el fracaso de Carúpano y Puerto Cabello, el PCV y el MIR empezaron a actuar cada uno por su cuenta, con guerrillas "urbanas" que ejecutaron actos de terrorismo, secuestros, asesinatos de policías y quema de fábricas. Amén de la cantidad de jóvenes desaparecidos y muertos en combate por seguir los lineamientos de seudoguerrilleros como los Petkoff y Márquez, que nunca fueron heridos ni con el pétalo de una rosa, y hasta tuvieron la “fortuna” de protagonizar “exitosas fugas” y alcanzar con los años posiciones de relevancia nacional.
Pompeyo y Teodoro con sus escritos posteriores demostraron ser unos ácidos conversos. Mucho más allá de una simple mea culpa; al punto que se adelantaron en su revisionismo a la etiquetada ortodoxia marxista. Es decir, le picaron adelante a Gorbachev en lo que fue el preludio del desmoronamiento del bloque soviético. Éxito indiscutible del libreto neoliberal.
En contraste, algunos marxistas, como Douglas Bravo, entendieron el momento como de repliegue táctico. Paradójicamente, cabe el paréntesis para reseñar que hay quienes atribuyen a dicho grupo la iniciación ideológica de Adán Chávez Fría, estudiante de ingeniería de la ULA, y su hermano Hugo Rafael, antes de ingresar a la Escuela Militar. La concepción marxista del Partido Revolucionario Venezolano (el PRV de Douglas Bravo), habría sido en principio la que movió tras bastidores la rebelión militar de 1992.
Fabricio Ojeda lo perdió todo por la lucha armada, hasta la vida |
En diciembre de 1970, 13 miembros del Comité Central (Pompeyo y Teodoro, los más representativos) anunciaron su retiro del PCV y la próxima creación de un singular movimiento, que en su parto Germán Lairet propuso se llamara Fuerza Comunista de Venezuela, ni más ni menos (y sin el menos) surgió el MAS.
Más por menos igual a menos, verdad algebraica que en el tercer año de bachillerato solíamos repetir, podría ser verdad política en el caso del partido que nació en 1971, entusiasmado por el socialismo que se había marchado del Kremlin para entrar en tierra incógnita con sus avanzadillas renovadoras: deslinde ideológico, rostro humano, eliminación del guión en el marxismoleninismo, repotenciación de la izquierda, interpretación de la realidad nacional, reevaluación del inventario sentimental del pueblo.
Años más tarde, a propósito de la fundación de Vanguardia Comunista, el periodista y profesor universitario Jesús Sanoja Hernández escribió una paradoja que para algunos resultó ofensiva: "Pompeyo, Guillermo y Teodoro salieron por el túnel para unir al PCV y, finalmente, terminaron dividiéndolo".
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