Ángela Zago sirvió de portavoz para resaltar el fracaso de la guerrilla de los años 60 en la película que se financió Petkoff |
La coproducción franco-venezolana fue reseñada por el diario parisiense Le Monde. Su característica particular fue diferenciarse de los filmes emitidos sobre dicha temática. En lugar de recrear el pasado, el documental se centró en destacar la trayectoria posterior y el “futuro exitoso de aquellos hombres” que participaron en la insurrección de los 60; por supuesto, en contraposición a la fracasada asonada del 4 de febrero de 1992.
El trabajo realizado para la televisión europea, narrado en francés y español, consistió en plantar una cámara para registrar fundamentalmente el testimonio de Teodoro Petkoff, jefe de Cordiplan. Los extras: Douglas Bravo, Moisés Moleiro, Francisco Arias Cárdenas, Argelia Laya, Angela Zago, complementan el reparto. Si bien estos testimoniales recuerdan la lucha armada y cómo fue abatida por la democracia representativa, el tema central del film se centró en el momento político y en la crisis socioeconómica de finales de siglo.
Petkoff, personaje que sobresale, cuenta de viva voz la manera en que fue “derrotado militarmente por las fuerzas de Betancourt y Leoni” y como asumió el fracaso del socialismo real. Teodoro se regodea en su testimonial, cual Ave Fénix, desde el poder, ofreciendo nuevos aires al país. Describe la nueva lucha emprendida, cuyos enemigos a vencer son el déficit fiscal y la inflación. Esto como la única forma posible de redimir al venezolano.
El documental destaca, todo un récord, que se trata del único país capitalista donde un ex guerrillero dirige la planificación económica “de libre mercado”. Teodoro Petkoff se convierte así en el protagonista de ``Venezuela: de guerrilla al poder'', de Miguel Curiel.
El narcisismo de Teodoro Petkoff se vio repotenciado con el financiamiento con dinero del Estado de un documental sobre su vida |
El año de su debut en la televisión francesa, Petkoff recortó 7,6 millardos de bolívares al ya mermado 0,5% del presupuesto destinado a la cultura. De la noche a la mañana, olvidó el apoyo incondicional que artistas e intelectuales siempre dieron a sus campañas electorales. Golpeó muy bajo a los incondicionales, cuyos nombres conocía de memoria. No fue nada caballero.
En la Cuarta República, lo destinado a la cultura en el presupuesto nacional siempre se asemejó a la guinda de la torta. Un símil que José Ignacio Cabrujas siempre utilizó y que el propio Petkoff tomó como suyo en muchos de sus mítines y reuniones políticas con el sector. Pero con él en Cordiplan, la guinda desapareció de la torta.
Sólo una cosa favoreció a Petkoff: el sector cultura no solventó sus problemas con huelgas, ni con desalojos, ni con saqueos. Todo lo contrario, siguieron trabajando: los museos no cerraron, las orquestas no dejaron de sonar, los danzarines siguieron saltando, los teatros levantaron una y otra vez el telón con lo más granado de la dramaturgia nacional e internacional.
Extrañamente, Teddy no imitó en lo absoluto a su entrañable Francia. Un modelo de Estado Cultural, ya sea de izquierdas, de derechas, de centro, desde André Malraux a Jack Lange o Guillot; desde De Gaulle a Mitterrand o Chirac. Qué otra cosa se puede esperar de un personaje carente de identidad y arraigo. Producto, quizá, de su procedencia ancestral. Cortar de un tajo todo lo que oliera a pueblo: subsidios a grupos de música autóctona; a grupos de teatro; al fondo cinematográfico; etc. Incluso, fue testigo de excepción ante la censura aplicada a la película Huelepega de Carlos Azpúrua.
Mientras Petkoff apoyaba y financiaba sun documental en Europa Carlos Azpúrua debió enfrentar la censura de Caldera |
Marcadas están de su barniz las crónicas sociales de los diarios. Tal cual personaje de Corín Tellado: de las páginas de suceso a las páginas sociales. Como, por ejemplo, las reseñas sobre la Cumbre Iberoamericana celebrada en Margarita en noviembre de 1997. En el salón Vandelvira de Isla Bonita, lugar escogido para la cena ofrecida por la pareja presidencial a los jefes de Estado y de Gobierno asistentes, mientras Petkoff disfrutaba de una exquisita langosta, rendez vous de quien podía pagar ese apetitoso manjar marino, Yolanda Moreno y sus Danzas Nacionalista brindaban su sentido espectáculo folclórico a los invitados internacionales.
En la mesa con el jefe de Cordiplan compartían el presidente del BCV, Tony Casas, Matos Azócar, y el presidente del BID, Enrique Iglesias. En mesas contiguas Iván Cardozo y su esposa; el famoso narrador mexicano de noticias Jacobo Zublibosky junto a Levy Benshimol (actual presidente del CNP). Cerca, Eladio Larez y Julio César Pineda (entonces embajador); también el presidente del Congreso, Fernández Daló (o Dolo) con Carlos “Canoa” Tablante. No se había aún levantado el escenario cuando Teodoro en su tono prepotente y en la búsqueda de caer chistoso, luego de unos comentarios incoherentes en relación con el sentir venezolano, exclamó a todo pulmón. ``Hasta cuando las mismas coreografías, Yolanda Moreno. Ya los pasos de la Chipola y Quirpa me los sé de memoria''.
Teodoro en realidad es hombre de costumbres estandarizadas. Coloquialmente hablando, un tipo ordinario. Una especie de enlatado envasado al vacío. Sólo cree en él y sólo es importante lo que él hace. En cambio, la cultura es un servicio social, sépalo, hombre de izquierda progresista: ¡no lo olvide! La cultura, como la educación y como la seguridad social e individual, no es un negocio, no es un lucro, no es "la guinda de la torta".
El arte de Yolanda Moreno fue víctima del despreció de Teodoro Petkoff por el folclore venezolano |
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