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Nací en Sofía, capital de Bulgaria, hace ya más de 80 años. Llegué pequeño a Venezuela y usurpé la nacionalidad de acá, lo cual me ha valido mucho. He sido guerrilero, profesor universitario, diputado, ministro, candidato a presidente, editor de periódicos y hasta mujeriego, padre y abuelito...

domingo, 24 de julio de 2011

Douglas Bravo, burgués con dinero de la revolución

Iracara es el vivo testimonio
de un hombre que sí creyó
en la lucha armada
Gustavo Villaparedes, comandante Cromañón, en su libro Iracara, Memorias de un Guerrillero, editado en 1997, resalta:

“Pompeyo Márquez y Teodoro Petkoff solicitaron firmemente del gobierno la entrega de armas para subir a las montañas de Falcón y aniquilar a los rebeldes de Douglas que no se acogieron a la política de cese al fuego decretada por una minoría del Buró Político del PCV. Aún podemos recordar que Douglas y Andrés Pasquier fueron miembros de este organismo, el cual los expulsó. El enemigo fundamental del movimiento revolucionario lo representaba la política de los agentes burgueses en su seño. Al menos eso decían Pompeyo Márquez y Teodoro Petkoff al comienzo de la lucha armada. No obstante, ambos fueron inconsecuentes con los principios que decían defender. Sí antes condenaron enérgicamente los crímenes cometidos con Libia Gouberneur, José Gregorio Rodríguez y Alí José Paredes, hoy no solamente los justifican sino que están dispuestos a cometer otros tantos en defensa del orden establecido. ¡Qué cambio se había operado en estos dirigentes revolucionarios!” 
Testimonios de sobrevivientes de la época hay muchos otros. No es gratuito que todos coincidan en los mismos aspectos cuando de Petkoff y Márquez se trata. Eran como unas estrellas de cine, unas modelos publicitarias, que de vez en cuando iban a hacer su casting fotográfico en el cerro El Bachiller.

Otra anécdota interesante señala que Teódulo Perdomo, lo más lejos que acampó fue en Sabas Nieves. Ahí en lo que ahora se conoce como Parque Nacional el Ávila. Así como lo leen. Teo fue el único guerrillero que agarró montaña en Sabas Nieves. Sí… ahí en el cerro Ávila, donde hoy van las sifris a oxigenarse. Y es que a Petkoff le pareció un sitio de pinga para comandar las guerrillas urbanas desde esa montaña salvaje que adorna a toda Caracas. Sin embargo, no duró mucho. Le dio ladilla, miedo o algo y se retiró a un sitio más cómodo. Así que quienes me están leyendo, si han ido a acampar en Sabas Nieves, comiendo pan con diablito, atún o jamón, están emulando la gran hazaña de Teddy.

Como “el guerrillero oligarca” fue bautizado por los verdaderos combatientes que pasaron 24 meses en las montañas de Falcón, Portuguesa y Trujillo, que sí lo perdieron todo; algunos incluso la vida.

Teodoro llegó tan tardíamente a la convicción de participar en carne y hueso en la lucha armada, que prefirió darla por concluida. No obstante, mientras lo pensaba dirigía algunas operaciones desde Caracas. Capitalizar la sangre ajena no sólo es negocio de vampiros del cine. Caminos que también seguirían otros, tal cual lo recoge

Villaparedes en sus memorias:


Douglas Bravo se convirtió en burgués
con el dinero de la revolución

“Decididamente: era mejor capitular, porque Douglas Bravo se había convertido en burgués con el dinero de la revolución; era más conveniente hacerles confidencias al gobierno y ganarse algún dinero. Al menos eso garantizaba la seguridad personal y quién sabe si más adelante a la sombra de los poderosos, una posición económica más decorosa”.

“Decididamente: era mejor capitular, porque Douglas Bravo se había convertido en burgués con el dinero de la revolución; era más conveniente hacerles confidencias al gobierno y ganarse algún dinero. Al menos eso garantizaba la seguridad personal y quién sabe si más adelante a la sombra de los poderosos, una posición económica más decorosa”.

Los años le han dado la razón a Cromañón.

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